Historia Judía
La persecución del Faraón a los judíos (véase Hoy en la Historia Judía para el 18 de Nisan) finalizó el día de hoy, en las orillas del Mar de las Cañas.
Una nación judía aterrorizada se divide en varias facciones. Algunos abogaban por el suicidio en masa, otros querían rendirse y regresar a Egipto, los más audaces estaban dispuestos a luchar contra los egipcios, mientras que otros aconsejaban a la nación orar.
Di-s pensaba de otra manera. Dio instrucciones a los judíos simplemente proceder hacia adelante – a pesar del mar que se encontraba en su camino.
Los judíos cumplieron, y toda la noche siguiente fueron a través de las aguas separades del Mar de las Cañas (ver Hoy en la Historia Judía para el 21 de Nisan).
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ÉXODO 13 (17-22)
(17) Y ocurrió que al dejar salir el faraón al pueblo, éste no fue conducido por el Eterno por el camino de la tierra de los filisteos que estaban cerca, porque se dijo Dios: “Que el pueblo no se arrepienta al ver guerra y quiera volver a Egipto”.
(18) E hizo Dios que el pueblo tomara el camino del desierto dando un rodeo hacia el Mar Rojo. Y los hijos de Israel salieron armados de la tierra de Egipto.
(19) Y Moisés llevó consigo los huesos de José, cumpliendo lo que este había pedido a los hijos de Israel para cuando los redimiera el Eterno.
(20) Viajaron de Sucot al día siguiente y acamparon en Etam, en el extremo del desierto.
(21) Y el Eterno iba delante de ellos de día guiándolos con una columna de nube y de noche con una columna de fuego para alumbrarles el camino.
(22) No se apartaba la columna de nube de día ni la columna de fuego de noche, siempre delante del pueblo.
14(1) Y le dijo el Eterno A Moisés:
(2) “Dile a los hijos de Israel que se vuelvan y acampen delante de Pi-hahirot, entre Migdol y el mar, frente a Baal-zefón. Frente al mar acamparéis.
(3) Y el faraón dirá que los hijos de Israel se han extraviado en medio del desierto.
(4) Entonces, endureceré su corazón y os perseguirá y Yo he de gloriarme en el faraón y todo su ejercito y sabrá Egipto que Yo soy el Eterno”. Y así lo hicieron.
(5) Y le anunciaron al faraón que el pueblo (de Israel) había huido (no se había limitado a adorar al Eterno), y fue cambiada la disposición del faraón y su gente para con el pueblo (hebreo) y dijeron: ·¿Qué hicimos que dejamos ir a Israel para que dejara de servirnos?”
(6) Entonces el faraón unció su carro y partió con su gente.
(7) Tomó todos los carros de Egipto, unos seiscientos carros escogidos con sus respectivos capitanes.
(8) Y el faraón, con el corazón que el Eterno le había hecho endurecer, se lanzó en pos de los hijos de Israel, que habían salido con mano alta (confiados).
(9) Y los egipcios, en su persecución con los carros, los alcanzaron acampando junto al mar, cerca de Pi-hahirot, frente a Baal-zefón.
(10) Y al acercarse el ejército del faraón, los hijos de Israel alzaron los ojos y se aterraron al ver la marcha de los egipcios y clamaron desesperados al Eterno.
(11) Y le reclamaron a Moisés: “¿ Acaso no había sepultura en Egipto que nos tomaste para morir en el desierto? ¿Qué nos has hecho al sacarnos de Egipto?
(12) ¿No te decíamos en Egipto que nos dejaras seguir sirviendo a los egipcios, que mejor era servirles que morir en el desierto?”
(13) Pero les respondió Moisés? “No temáis, tranquilizaos y veréis cómo os salvará hoy el Eterno, pues los egipcios que habéis visto hoy, no los volveréis a ver más.
(14) El Eterno peleará por vosotros. Guardad pues silencio”.
(15) Y le dijo el Eterno a Moisés: “¿Qué clamor es este? Diles a los hijos de Israel que se pongan en marcha,
(16) y tú, alza tu vara y extiende tu mano sobre el mar para que se divida y que puedan entrar los hijos de Israel en lo seco.
(17) Entretanto, Yo endureceré el corazón de los egipcios para que entren tras ellos y seré gloriado en el faraón y en todo su ejército, con sus carros y sus jinetes;
(18) los egipcios sabrán que Yo soy el Eterno, me glorificaré en el faraón , en sus carros y en sus jinetes”.
(19) Y el ángel de Dios, que hasta entonces andaba delante del campamento de Israel se puso detrás de ellos de modo que la columna de nube que iba delante se puso detras de ellos,
(20) entre el campamento de los egipcios y el de Israel, y fue extremadamente obscura la noche, y no se acercó uno al otro en todo el transcurso.
(21) Y Moisés extendió su mano sobre el mar y el Eterno hizo soplar un fuerte viento solano toda la noche que puso el mar en seco, siendo divididas las aguas.
(22) Y entraron los hijos de Israel en el mar en seco, y las aguas fueron para ellos como muros a la derecha y a la izquierda.
(23) Los persiguieron los egipcios y entraron tras ellos en el mar los caballos del faraón, sus carros y sus jinetes.
(24) Y al despuntar el alba, se dirigió el Eterno entre la columna de fuego y nube, al campamento de los egipcios sembrando el desconcierto entre ellos.
(25) Y quitó las ruedas de sus carros de modo que apenas podían desplazarse, penosamente. Entonces se dijeron los egipcios: “Huiremos de ante Israel ya que el Eterno pelea por ellos contra Egipto”.
(26) Y le dijo el Eterno a Moisés: “Extiende tu mano sobre el mar y que vuelvan a unirse las aguas sobre Egipto, sobre sus carros y sobre sus jinetes”.
(27) Y Moisés extendió su mano sobre el mar y ya de mañana volvió el mar a su estado usual, cubriendo a los egipcios que huían y el Eterno los sacudió en medio del mar de modo que no quedó de ellos ninguno.
(28) Y las aguas volvieron a su sitio, cubrieron los carros y los jinetes que pertenecían al ejército del Faraón, quienes los perseguían en el mar. No quedó ni uno de ellos.
(29) Los hijos de Israel habían cruzado el mar en seco, con las aguas levantadas como muros a la derecha y a la izquierda.
(30) Y el Eterno salvó ese día a Israel de la mano de Egipto, quedando los egipcios muertos a la orilla del mar.
(31) Israel vio cuán grande se mostró el Eterno con los egipcios y el pueblo temió al Eterno y creyeron en Él y en Moisés Su siervo.
15(1) Entonces Moisés y los hijos de Israel entonaron este cántico al Eterno, diciendo:
“Cantaré al Eterno, exaltando Su grandeza. Al caballo y al jinete arrojó al mar.
(2) Mi fortaleza es el Eterno, es mi gloria, Él es mi salvación. Es mi Dios y como tal Lo alabaré. Es el Dios de mis padres y como tal Lo ensalzaré.
(3) El Eterno es el Señor de la guerra. Eterno es Su Nombre.
(4) Precipitó en el mar los carros del faraón y su ejército a sus capitanes escogidos los trago el mar Rojo.
(5) Los abismos lo cubrieron y como si fueran piedras bajaron a las profundidades.
(6) Tu diestra , oh Eterno, magnificada por Tu fuerza, Tu diestra, oh Eterno, aniquiló al enemigo.
(7) En la plenitud de Tu poder quebranta, a Tu adversario Les envías Tu luz que los consume como paja.
(8) y con el soplo de Tu aliento se elevaron y se abrieron las aguas, deteniéndose como si fueran muros, se congelaron los abismos en medio del mar.
(9) Dijo el enemigo: Los perseguiré, los alcanzaré y que se separén sus despojos con los que hallaré mi alma, desenvainaré mi espada y los quebrantará mi mano”.
(10) Pero Tú soplaste con Tu poderoso hálito y el mar los fue cubriendo hasta que se hundieron como plomo en las poderosas aguas.
(11) ¿Quién como Tú, entre los dioses, oh mi Señor? ¿ Quién como Tú, inmenso en santidad. El más digno de alabanza y hacedor de milagros.
(12) Cuando extendiste Tu diestra, se lo tragó la tierra.
(13) Con Tu misericordia guiaste al pueblo que redimiste, Los condujiste a Tu santa morada.
(14) Escucharon otros pueblos y se estremecieron. Se apoderó el temor de los filisteos.
(15) Se angustiaron los príncipes de Edom, temblaron los valientes de Moab y el miedo deminó a todos los cananeos.
(16) Se abatieron espantados por el poderío de Tu brazo y enmudecerán como la piedra hasta que pase Tu pueblo oh Eterno hasta que pase el pueblo que Tú redimiste.
(17) Los llevarás para que alaben en el monte de Tu santidad, allí los asentarás, Oh Eterno, en el Santuario que Tus manos prepararon.
(18) Y reinará el Eterno para siempre”.
(19) Y penetró el caballo del faraón con sus carros y sus jinetes en el mar, y el Eterno hizo tornar sobre ellos agua, en tanto que los hijos de Israel habían cruzado el mar en seco.
(20) y María la profetisa, hermana de Aarón, tomó el pandero en la mano y salieron tras ella las mujeres con pandero y danza,
(21) y les exhortó María: “Cantad al Eterno exaltando Su grandeza, pues al caballo y al jinete arrojó al mar”.