LO QUE TODO PERUANO DEBE LEER

EL ESTADO PERUANO

Compromiso por el Perú

Discurso de Clausura

Biblioteca Nacional del Perú – Lima, 17 de julio 2014

                                                                                   + Javier Del Río Alba

                                                                                  Arzobispo de Arequipa

Buenas noches a todos, damas y caballeros:

Permítanme comenzar agradeciendo a los representantes de las instituciones religiosas organizadoras de este encuentro, por haberme honrado con el encargo de dirigir en su representación estas palabras de clausura, en las cuales quisiera referirme a la razón de nuestro Compromiso por el Perú y a sus perspectivas de futuro.

En primer lugar, parece preciso señalar que el acto que estamos concluyendo no es un hecho aislado ni constituye un fin en sí mismo. Por una parte, es el fruto del diálogo ecuménico e interreligioso que se viene sosteniendo desde hace un buen tiempo; y, a la vez, es fruto de la certeza de que en torno a la familia y la vida se libra hoy la batalla fundamental por la dignidad del hombre y el futuro del país.

Nuestras instituciones saben bien que su misión no es política sino religiosa, pero saben también que de ésta se derivan funciones, luces y energías que pueden servir para establecer y consolidar la comunidad humana según la ley divina. Por ello, deseosas del verdadero bien común, ofrecen la luz de la doctrina tan necesaria para interpretar y resolver los problemas por los que en la actualidad atraviesan el matrimonio, la familia y el derecho a la vida.

Hoy los enemigos de Dios, más que atacar de frente al Autor de la creación, prefieren herirlo en sus obras, especialmente en el hombre que es el culmen, la cima de sus criaturas visibles. Las plagas que en nuestros días pretenden destruirlo provienen de ciertas ideologías contrarias al verdadero bien del hombre, que buscan ser sutilmente impuestas en nuestro país, atacando en primer lugar y directamente la realidad y las expresiones que son connaturales al ser humano.

Lamentablemente, casi sin que nos demos cuenta, en el Perú se va introduciendo un proceso de deconstrucción de nuestra cultura y de nuestra identidad. Este proceso tiene su origen en países del hemisferio norte y, a través de una revolución casi silenciosa, pretende imponernos una cultura global y una supuesta ética mundial, según las cuales la cuestión sobre Dios debe ser recluida en la esfera de lo privado y no debe influir en la vida pública.

Esta nueva ética mundial no sólo no responde a los valores que siempre han caracterizado a nuestra nación, sino que ni siquiera concuerdan con la ley natural inscrita en el corazón de los hombres. La ignorancia de lo que realmente está en juego – en términos sociopolíticos, culturales y antropológicos – es realmente alarmante. A través de nuevos conceptos, elaborados por pequeños grupos de poder en las últimas décadas, se está llevando a cabo un proceso de radicalización ideológica, cuyas primeras víctimas son nuestros jóvenes.

Negando la posibilidad de conocer la verdad y, en consecuencia, desconociendo toda exigencia proveniente de la misma, se pretende hacer del relativismo el fundamento filosófico de la democracia. Según esta concepción una sociedad liberal sería una sociedad relativista, y sólo con esta condición podría permanecer libre y abierta al futuro. Sin embargo, la negación de la existencia de una verdad absoluta asequible al hombre y, por lo tanto, de la posibilidad de formular normas éticas universalmente válidas, termina llevando, por su misma lógica interna, a admitir la inmoralidad como algo moralmente aceptable, y a despreciar el juicio de la misma razón natural, dejando como última medida del bien y del mal sólo al propio yo y sus antojos. Todo queda entonces a merced de la fuerza de los votos, de las presiones de los lobbies, de intereses de grupos, y el triunfo pertenece a la razón de la fuerza y no a la fuerza de la razón.

Esta violencia ideológica se ejerce a través de mecanismos que corrompen las costumbres y dañan en la propia raíz la dignidad de la persona. Se ha puesto en marcha una escalada de atentados contra la vida, el matrimonio y la familia, no de manera aislada sino mediante una estrategia que consiste en inyectar en las venas y arterias de nuestra sociedad lo que se ha llamado residuos espirituales tóxicos exportados por el primer mundo. Un aspecto particularmente inicuo es que esa estrategia global se presenta como si fuera aliada del bien del hombre, de su libertad y su desarrollo. Su finalidad, sin embargo, es subvertir las realidades que por naturaleza constituyen una especie de sistema de protección y defensa del hombre, entre las cuales destaca la familia. Por ello, las nuevas ideologías buscan ir debilitando ese sistema, hasta conseguir que la familia quede reducida a una institución puramente formal, residencia de individuos autónomos, “liberados”, que serán presa fácil de esos atentados.

El neocolonialismo ideológico condiciona la capacidad de juicio de las personas y en consecuencia la libertad de sus decisiones, alienando al ser humano. Vuelve vulnerables a las nuevas generaciones ante la propuesta de estilos de vida que, aparentemente atractivos, terminan siendo deshumanizadores. Este nuevo totalitarismo ideológico tiene diferentes expresiones y componentes. Uno de ellos es el intento de acallar la voz de las instituciones religiosas en el debate público. De esta manera, se pretende apartar a Dios de la vida de las personas y de la sociedad.

El laicismo, fuerte aliado del materialismo, es propagado con fuerza y con astucia en no pocos ámbitos educativos, políticos y de comunicación social, que imponen nuevas escalas de valores arbitrarias y en el fondo materialistas, marcadas por la impronta cultural de las sociedades del consumo y el espectáculo. Estas ideologías falsifican el concepto de realidad, al prescindir de la realidad fundante, y por esto decisiva, que es Dios. En consecuencia, se termina en caminos equivocados y con recetas destructivas. Quienes imponen esta ideología tienen la errónea convicción de ser los únicos autores de sí mismos, de su vida y de la sociedad.

En el ámbito sociopolítico, comenzamos a ser testigos del peligro de la alianza entre democracia y relativismo ético, que quita a la convivencia civil cualquier punto seguro de referencia moral, despojándola más radicalmente del reconocimiento de la verdad. Potentes instrumentos usados para esta estrategia relativista son ciertos medios de comunicación y nuevas tecnologías, que han llegado a constituir el gran rival de la familia. Hay estudios que demuestran que su influencia en el estilo de vida, actitudes y criterios de valoración, en las nuevas generaciones, no es menor al de la familia y la escuela tradicional. No es de extrañar, entonces, la crisis educativa por la que vienen atravesando tanto la familia como la escuela, en cuyo seno se experimenta una creciente dificultad para formar a los niños y jóvenes.

La ideología de género, difundida ampliamente en programas de “educación sexual” o “salud sexual y reproductiva”, va siendo adoptada sin caer en la cuenta de sus implicaciones antropológicas, éticamente inaceptables. Dicha ideología, que parte de una visión sexo-céntrica del ser humano, promueve comportamientos meramente hedonistas e irresponsables, que banalizan la sexualidad y llevan a la persona a tratarse a sí misma y a los demás como simples instrumentos de placer pasajero y vacío. Corrompiendo la verdadera definición de libertad, y presentándola como una fuerza autónoma de autoafirmación egoísta, a las nuevas generaciones se les llega a adoctrinar en los llamados “derechos sexuales”, que incluirían el “derecho al placer” y a lo que llaman“libertad sexual”, para promover la promiscuidad entre los adolescentes, deformando el verdadero sentido de la sexualidad humana.

Como parte de esa “educación sexual” que lucha por la falsamente denominada “no discriminación”, se presentan como normales situaciones que en realidad son irregulares, como la unión entre personas del mismo sexo, proponiéndose normas legislativas en las que el matrimonio no es respetado en su elemento de necesaria diversidad y complementariedad sexual.

La ideología de género, como sus mismos promotores lo dicen, busca la “deconstrucción de la familia” y la supuesta “liberación sexual” de la mujer. Usando eufemismos como: “derecho a la salud reproductiva”, “a la maternidad sin riesgos”, “prevención del embarazo no-deseado”, “estilo de vida”, “libre elección” o “derecho sobre el propio cuerpo”, se persigue que la mujer perciba su relación con el varón comode rivalidad o antagonismo, y se presenta a la maternidad como el resultado de una estructura cultural opresiva de la que la mujer tiene derecho a librarse con el aborto.

Estas estrategias se conjugan perfectamente con poderosos intereses económicos y políticos de organismos financieros y de laboratorios que buscan mercados para sus productos anticonceptivos y abortivos. Somos testigos del activismo de algunas organizaciones no gubernamentales, que difunden el aborto presionando a los poderes estatales para que adopten determinadas políticas sanitarias con el consiguiente reconocimiento jurídico.

Los jóvenes y adolescentes, que constituyen la gran mayoría de la población del Perú, son las principales víctimas de esta “cultura posmoderna” que tiene una fuerte carga de alienación. La permeabilidad del joven a las formas nuevas de expresiones culturales, le hace vulnerable a la afectación de su propia identidad personal y social, que le lleva, en no pocos casos, a sacrificar la propia dignidad y comprometer su futuro.

La “transformación de las normas culturales y religiosas” en materia de sexualidad humana, buscada por esta corriente ideológica, llega a desconocer injustamente el derecho de los padres, de ejercer autoridad y tutela sobre sus hijos. Presentan a la autoridad de los padres como una imposición que impediría el desarrollo del niño o adolescente. Así, por ejemplo, se promueven leyes que en nombre de la salud sexual del adolescente excluyen a los padres de las decisiones que sus hijos menores de edad tomen sobre su vida sexual.

La familia ha constituido siempre una especie de ecosistema natural para la acogida, protección y defensa de la vida, un ecosistema fundado en el amor del hombre y de la mujer, que crea en torno a sí un ámbito de intimidad, necesario para el nacimiento y para la formación de los hijos. Pero la mentalidad anti vida (anticonceptiva, abortiva), vinculada al hedonismo, también está logrando penetrar en la familia impidiendo que ésta cumpla su misión de servir a la vida.

Las dificultades que experimentan los padres en el cumplimiento de sus deberes educativos, les llevan a sentir la tentación de abdicar de su responsabilidad de educar a los niños y jóvenes, y corren el riesgo de terminar sin comprender cuál es la misión que les ha sido encomendada. La debilidad que se ha causado a la familia la lleva muchas veces a delegar a otras estructuras (escuelas, instituciones sanitarias, etc.) su misión educadora, lográndose de este modo que acepte ser suplantada en la transmisión de valores y pautas de comportamiento.

Las propuestas “culturales” descritas se nos quieren presentar como necesarias para alcanzar el desarrollo, pero en realidad comprometen la verdad y la dignidad de la persona humana, con un mensaje falso que degrada al hombre, atenta contra las tradiciones y los valores de nuestros pueblos y ocasiona a las jóvenes generaciones un cúmulo de sufrimientos e infelicidad. El verdadero desarrollo debe ser integral, lo que implica respetar y perfeccionar la naturaleza y todas las dimensiones del ser humano. Si esto no se consigue, quedaremos condenados a vivir en un permanente subdesarrollo moral.

 La historia demuestra que el humanismo que excluye a Dios se transforma siempre en inhumano. Sólo Dios es el garante del verdadero desarrollo del hombre. Nuestras instituciones saben que el ser humano está condicionado por la estructura social en que vive, por la educación recibida y por el ambiente, y que estos elementos pueden facilitar u obstaculizar su vivir según la verdad. Por ello, a través de este Compromiso por el Perú quieren empeñarse en el diálogo con los partidos políticos y las autoridades civiles de las cuales depende el orden social, con la finalidad de que toda propuesta política, legislativa, sanitaria, educativa, etc. se subordine a la persona humana y sirva a su perfección integral, de modo que sirva también al bien de la comunidad y de la entera sociedad.  

En contraste con las corrientes individualistas, no podemos dejar de anunciar la verdad del hombre llamado al amor y a la entrega sincera de sí mismo a los demás. La igual dignidad y responsabilidad del varón y la mujer, respecto del presente y el futuro de nuestra sociedad, se expresa en la relación de reciprocidad y colaboración mutua que encuentra una forma singular de realización en la donación de uno al otro, propia del matrimonio. El matrimonio es el “lugar” privilegiado que hace posible esta donación total de la persona. Por eso, no dejaremos de anunciar que el matrimonio no es una construcción sociológica casual, fruto de situaciones históricas, religiosas o económicas particulares, sino que hunde sus raíces en la esencia más profunda del ser humano.

Del mismo modo, la apertura moralmente responsable a la vida es una riqueza social y económica. Ningún país del mundo, ningún sistema político puede pensar en el propio futuro, si no es a través de los niños. La solicitud por el niño, desde el primer momento de su concepción y, a continuación, en los años de la infancia y de la juventud, es la verificación primaria y fundamental de la relación del hombre con el hombre.

Finalmente, la educación de la libertad implica educar en la responsabilidad, y esto corresponde primordialmente a los padres, a quienes compete transmitir convicciones y educar en las virtudes; enseñar a pensar, a luchar, a sufrir y a amar. Es necesario cultivar con mayor cuidado el sentido de su responsabilidad, pero ello no será posible si no se facilita a los padres aquellas condiciones de vida que les permitan tener conciencia de su propia dignidad y responder a su vocación.

Perspectivas de futuro

En este contexto, las instituciones religiosas que nos han convocado esta tarde, quieren asumir, desde el derecho a la libertad religiosa, algunas acciones conjuntas que podemos agrupar en tres rubros y a las cuales convocamos a unirse a todos los creyentes y hombres de buena voluntad:

1. El compromiso por la oración: El desarrollo humano integral de nuestro país necesita la ayuda de lo alto. Nuestra primera tarea, por tanto, es la oración.

2. El compromiso educativo: Frente a la cultura del relativismo es necesario defender la verdad, proponerla con humildad y convicción y testimoniarla en la vida, aun cuando esto signifique ir contracorriente respecto a lo políticamente correcto. Urge impulsar una mejor formación doctrinal de los miembros de nuestras comunidades religiosas y de todos los peruanos.

Es necesario también defender el derecho de los padres a educar a sus hijos de acuerdo a sus convicciones morales y religiosas.Esto exige que la autoridad política provea y disponga los espacios necesarios para que este derecho sea realmente efectivo y que los padres se preocupen por saber qué se enseña a sus hijos en la escuela, por ejemplo en materia de educación sexual.

Se debe brindar a los adolescentes y jóvenes una educación adecuada a su edad en el ámbito de la solidaridad, de la afectividad y la sexualidad humana, mostrando la belleza de la vocación al amor verdadero, que el hombre está llamado a vivir para alcanzar la felicidad.

Alentar foros, paneles, seminarios y congresos que estudien, reflexionen y analicen temas concretos de actualidad acerca del matrimonio, la familia y la vida, especialmente en lo referente al respeto a la vida humana desde la concepción hasta su muerte natural.

3. El Compromiso Socio-político: El único modo de evitar que la cultura de la muerte se imponga en nuestra nación, es mediante la participación activa, de aquellos de nuestros miembros a quienes corresponda, en las instancias más adecuadas para defender la vida y la familia.

Siendo conscientes de que la defensa y promoción de la familia no es sólo cuestión de fe sino de justicia, queremos cooperar con los partidos políticos y las diversas instancias de gobierno, para que los valores de la vida y de la familia sean reconocidos y defendidos en el ámbito social y en la legislación de nuestro país.

Una tarea esencial será procurar que se propongan y aprueben leyes auténticamente humanas que reconozcan la centralidad de la persona y promuevan la vida, el matrimonio y la familia. Leyes que garanticen la tarea educativa de los padres y la faciliten, sabiendo que precisamente a través de ellos muchas de las políticas públicas aplicadas a los niños y jóvenes serán más efectivas.

Debemos seguir impulsando iniciativas institucionales destinadas a apoyar y acompañar a las mujeres que ante un embarazo inesperado piensan en abortar, o aquellas que ya han abortado, para ayudarlas a sanar sus graves heridas e invitarlas a ser defensoras de la vida.

No podemos dejar que las ONGs abortistas ni que organismos internacionales nos impongan la agenda en estas materias. Por el contrario, ha llegado la hora en que asumamos la iniciativa de ayudar a nuestros gobernantes y a los agentes del mundo de la cultura, las artes y la ciencia, a dejarse guiar por la ley natural y la recta razón.

Conclusión

Sin duda, estamos ante un desafío exigente. Debemos afrontar problemas grandes y complejos. La supervivencia de nuestra sociedad radica en que no se rechace la verdad sobre el hombre. La difusión de un confuso relativismo cultural y de un individualismo utilitarista y hedonista, debilita la democracia y favorece el dominio de reducidos grupos de poder. Hay que recuperar y vigorizar de nuevo una auténtica sabiduría política y afrontar la realidad en todos sus aspectos.

Hace falta una verdadera revolución del amor. Las nuevas generaciones tienen delante de sí grandes exigencias y desafíos en su vida personal y social. Nos corresponde a nosotros prepararlos para que sepan afrontarlos adecuadamente. Tenemos la responsabilidad histórica de dar testimonio de que, sin dejarnos dividir por la diversidad, es posible trabajar en comunión por el bien de nuestro Perú.

Agradecimientos

Dicho esto, permítanme terminar agradeciendo a cuantos han hecho posible el encuentro de esta noche. En primer lugar, a las instituciones religiosas que nos han convocado y a los partidos políticos que han querido adherirse a este Compromiso por el Perú.

Agradecemos también a la Biblioteca Nacional y a su Director, el Dr. Ramón Mujica Pinilla, por habernos acogido en este recinto y haber aceptado custodiar el pergamino que contiene el texto de nuestroCompromiso.

Finalmente, no podemos dejar de agradecer al Dr. Javier Rodríguez Larraín y al equipo que se ha encargado de organizar y coordinar este evento histórico, así como a nuestro Director de Ceremonia, Dr. Luis Bustamante Belaunde y a cada uno de ustedes que, con su presencia, han confirmado la importancia y necesidad de este Compromiso por el Perú.

Muchas gracias.

javierdelrioarequipa

+ Javier Del Río Alba, arzobispo de Arequipa

COMPROMISO POR EL PERÚ

Ante la profunda crisis de valores que se va extendiendo en nuestro país, las comunidades religiosas y partidos políticos que suscribimos el presente documento nos comprometemos y convocamos a todos los peruanos a unir esfuerzos para que la comunión, el respeto mutuo, la solidaridad, la justicia y el bien común prevalezcan en nosotros y en nuestra Nación, para lo cual es preciso promover, entre otros, lo siguiente:

  1. EL DERECHO Y RESPETO A LA VIDA

Resulta fundamental que la sociedad y el Estado reconozcan y defiendan el valor y la inviolabilidad de toda vida humana, desde su concepción hasta su extinción natural, así como el derecho de toda persona a una vida digna.

  1. LA LIBERTAD RELIGIOSA

Derecho que todos debemos respetar, pues la búsqueda de Dios, el destino trascendente del ser humano, el desarrollo y fortalecimiento de la vida espiritual contribuyen decididamente a la convivencia pacífica y al logro del bien común y de la justicia social.

  1. LA DEFENSA Y PROMOCIÓN DEL MATRIMONIO Y LA FAMILIA

El matrimonio, conformado por un varón y una mujer unidos de modo estable, así como la familia que de él deriva, constituyen la base fundamental de la sociedad. Por ello, resulta primordial defender ambas instituciones, promover los principios que las sustentan y las normas que favorezcan su consolidación y la consecución de sus fines.

  1. EL DERECHO A LA EDUCACIÓN

Es cada vez más urgente que nuestros niños y jóvenes reciban una adecuada y oportuna educación integral, que incluya el desarrollo del conocimiento, la formación espiritual y física del educando, respetando siempre el legítimo e inalienable derecho de los padres sobre la educación de sus hijos.

Lima, 17 de julio de 2014

 

P:D: Disculpas por el atrevimiento de resaltar algunos puntos.

 

 

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